Patricia Gola
(Santa Fe, 1959)
Vive en México desde 1976, tras salir exiliada de Argentina con su familia el año anterior. Estudió literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México y escribió una tesis sobre Oliverio Girondo y otra sobre Emilio Adolfo Westphalen. Es poeta y traductora del inglés y el alemán. Ha traducido libros de Paul Celan, Denise Levertov, Robert Creeley, Wallace Stevens, Kenneth Rexroth, Kandinski. Publicó el poemario Las lenguas del sol en México (El ala del tigre, 1992), y en Argentina, en versión ampliada (Alción, 2010). También en Alción acaba de salir su poemario, Secreta matriz (2021). Fue editora y directora de la revista Luna Córnea y trabajó como editora de libros de fotografía en el Centro de la Imagen. Actualmente prepara la publicación de dos libros de traducciones: Plegarias, de Christine Lavant (AUIEO Ediciones) y De Mandelstam a Celan: Envíos (Alción).
Las lenguas del sol
UNAM, Ciudad de México, 1992
Escribí este puñado de poemas hace ya tanto tiempo que no sabría muy bien qué decirles, salvo quizá que fueron el fruto de una necesidad interior. Lo titulé Las lenguas del sol, ese sol que debía ir en bajas y que por los azares de la edición, acabó yendo en mayúsculas. Aún hoy me siento cómoda con ese título que los agrupa. Las lenguas del sol como saetas pero también las lenguas en el sentido del lenguaje, de las palabras que conforman un universo, o varios universos paralelos y que por breves instantes, se juntan. Este librito, editado en El ala del tigre en 1992, fue recogido más tarde en una edición argentina aumentada, en Alción, salvo que también por un descuido fue omitido un pliego entero de poemas. Tal vez algún día esas piezas que el azar dispersó, se reúnan.
el libro de los cambios
Edición digital de autor, Ciudad de México, 2021
Durante mucho tiempo he mirado, desde la ventana de mi cuarto, el cielo. Una ventana al cielo, hoy más que nunca, en tiempos de pandemia, tan necesaria! He seguido, admirada, los cambios en las formas de las nubes, los oscurecimientos súbitos o lánguidos, la intensidad del naranja. Podría decir que me ha conmovido el cielo y, muchas veces, lo he “dejado ir” sin tomar ni una sola imagen. El libro de los cambios o Los estados del alma es, sin embargo, la constatación de esos cielos que no se repetirán nunca. Así la vida. Para organizarlo tomé un pretexto, el I Ching, y unos pocos hexagramas que pensé se correspondían, en alguna ilusoria medida, con las imágenes. No soy fotógrafa, ni tampoco me considero poeta; he escrito, sí, algunos versos y tomado algunas fotografías. Me siento próxima al pensamiento de Reynaldo Jiménez, gran amigo, en el sentido de que aquí “se propaga algo que no es la imagen puntual de los cielos sino la percatación de tanto cielo adentro”.
en busca del tiempo perdido
Edición digital de autor, Ciudad de México, 2021
Tomar fotografías significa mirar intensamente la realidad que nos rodea. Y mirar intensamente es detenerse en las cosas morosa y amorosamente. Pero, ¿quién dicta esta necesidad? Vivimos en un mundo en el que el tiempo sin ganancia está, si no penado, sí muy mal visto. Mientras uno más mira, más descubre. Y de pronto algo que parecía nimio toma su lugar verdadero en el mundo, gana su sitio en ese rectángulo de papel que lo inmoviliza y le da una relativa (cómo podría ser de otra manera) permanencia. Miramos, y con ello, en un acto de amor hacia los otros, mostramos a los demás lo que hemos visto, instándolos así también a que se detengan y usen su tiempo “de una manera improductiva”.
a mis mejores amigos
no los he visto nunca
Edición digital de autor, Ciudad de México, 2022
“Desconozco si fue Raymond Chandler el que le puso a la selección de sus cartas y ensayos este título tan sugerente y que ha ido creciendo en mí con el curso de los años. Mi padre, el poeta Hugo Gola, me regaló este libro. Para mí fue una señal. De las únicas veces que pudo salir a la calle, ya gravemente enfermo, en su lugar natal, fue acompañado por amigos a una librería. Allí compró este único ejemplar. El libro había pasado ya por «vidas sucesivas», había sido manchado por los días. El amargo elíxir del mate, tal vez, había dejado huellas en sus páginas…” (Fragmentos del epílogo de Patricia Gola).
un día en la vida
Edición digital de autor, Ciudad de México, 2009
Un día fresco, gris y lluvioso. Un paseo por la tierra baldía de los muertos, de los ausentes. Un recordatorio de lo fugaz de este ahora y una constatación de lo tangible de la tierra que, sin pedirlo, nos acoge, y a la que inexorablemente volvemos. A un lado de una gran avenida o “eje vial” de la indiferente ciudad de México, el Panteón Xoco. Allí yacen ignorados u olvidados, pocas veces celebrados, los restos de quienes amaron, sufrieron, sufrieron, amaron, en esa inalterada sucesión con fecha de caducidad que llamamos vida.
zurcidos invisibles
Edición digital de autor, Ciudad de México, 2022
Año 2009. Mes de junio y algo de julio. Un paseo de unos pocos días, cámara en mano, por un barrio aledaño a mi casa: Copilco El Alto. “Hay que trabajar con lo que uno tiene a la mano”, me dijo un día un amigo, y volví mía esa consigna. Salvo que no es un trabajo. Sólo unas pocas fotos para mirar las cosas con más intensidad. Viene en oleadas. Como el poema. Nunca, como en el caso de mis otros libros, con el claro objetivo de “hacer un libro”. Muy pocas personas, demasiado intrusivo, sólo los espacios, los objetos ligados a ellas: sus calles, sus casas. Algunas epifanías: un jarrón de flores asomándose por una ventana entreabierta, la fachada de una casa deviniendo cuadro, un local vacío…
Y para cerrar el círculo, un circo. Con él me voy a otra parte.
Gracias por acompañarme en mis correrías.
la piedra
Edición digital de autor, Ciudad de México, 2022
Todo empezó con el azar de una foto. Como el poema. Unas palabras, un primer verso se impone. Aquí la piedra. Cada libro tiene su propia lógica. Sus maneras. Un tiempo acotado a unas semanas.
La cercanía muda de esas piedras, que me han acompañado durante buena parte de mi vida, que son la huella viva y actuante de la erupción de un volcán, el Xitle. La piedra y sus múltiples facetas, sus cortes severos, abruptos. Formas llanas o improbables, haciéndose y deshaciéndose –lava viva–. Y las sombras creando un teatro inverosímil cada día.
La piedra guarda un secreto antiguo. Estas imágenes no son la revelación de ese secreto sino la comprobación de que el misterio perdura al infinito.