ACROBACIAS AÉREAS
Kenia Cano
Jitomates deshidratados
Los lazos y las palabras dichas perdurarán.
¿Era eso un búho?
No lo confundirán con aquel molesto zumbido.
Mataron tres avispas en casa.
Jitomates deshidratados.
En el pueblo de Xcalacoop comenzaron a decorar los altares de la virgen.
Luces de colores. Peregrinos dormidos en los portales – qué fe.
¿Antígona tiene algo que ver con antagonista?
Yo también daría una sepultura santa a mi hermano.
Ella me preguntó: ¿Qué es antagonista?
(Voces – Jitomates deshidratados) que lucha en contra.
Un poco de sodio la devolvió a la cordura, sodio en miligramos.
Recuerda la danza de aquellos enamorados:
sincrónico, diacrónico,
meca, metatarso, metódico,
intersección y abandona el pecado.
Sodio, qué voces más disparadas.
Quién me nivela ¡Doctor!
Dimos a luz en la cordura – Un altar para las madres.
Dejen a un lado el tafil.
Tienes que tomar a las mujeres de tu raíz masculina:
Lina ¿Quién dijo que vendía periódicos?
¡Notiiiiicia!
El viernes negro tuvo saldos parcos y no todo stock ido.
Los consumidores desaforados caminaron sobre el intendente.
Contusión o asfixia, intendente fallecido. Fallas idas.
Regalos bajo el árbol de navidad.
Xcalacoop no tiene árboles de navidad,
tampoco consumidores negros.
Ella olfatea su oreja y le da un beso antes de dormir.
¿Extrañará el panal a tres avispas?
Él pone su mano junto a ella.
Su desaparición no será magistral como en Strand.
¿Alguien puede nivelarme el sodio?
¡Necesito aire como ese papalote negro suspendido sobre este mundo de locos!
Mi trabajo es amar el mundo.
Amo los cuadros de Van Dyck pero me dan miedo.
La virgen de El Greco ascendió sobre la media luna,
media luna en Xcalacoop.
Cuando la pareja llegó al zacbé la lechuza les abrió paso.
¿Te das cuenta de cuánto se te escapa en un solo día?
Esos cuerpos de Roland Beattie tenían razón:
matices recargados, apenas rozándose.
Inclinaciones variadas, mínimas.
Sudoración, temblorina,
shaking shaking shaking.
Llovieron diamantes sobre Miami,
brillantes como lo más alejado a las estrellas benéficas de Xcalacoop.
Bajo la selva láctea de Xcalacoop,
ella recuerda a la mujer en la obra de danza:
fue llevada por un río de leche.
Famoso artista en la Basel entrega esculturas eyaculando.
Leche para coleccionistas.
Si buscas lo honesto – todo podrás decir.
De ese viaje enfermo a Texas el baile coordinado en aquel bar.
(Extrañó a su marido.)
Paréntesis ( ) corchetes [ ]
Antígona debió presentar honores
a pesar del olor descompuesto de su hermano.
Aplicó óleos tardíos.
– Estas velas huelen rico: canela, vainilla, melón verde…
Llévate tres, ya no hay en el altar.
¿Quién era Creonte?
Jitomates deshidratados (el punto desequilibrado,
la irrupción del mundo cotidiano y fastidioso,
la ley del hombre.)
What matters… lo que importa a la mencionada poeta lo ignoran
127 229 consumidores en las fiestas decembrinas.
La virgen está por parir.
¿Para embarazarse todos hacen esto?
Jitomates deshidratados.
Quizá los dos debieron atender la ley divina:
perdurar es contradictorio, una oposición.
Es preciso encontrar que el mundo mortal basta.
Abejas negras
Mieles para cuando las cosas no se comprenden
pero tampoco se cantan.
No podían ser tan malas si sólo hacían
un panal en mi corazón.
Los niños habían contado algunos cuentos de miedo
pero no habían dormido mal.
Los ancianos envejecían un poco más.
Las abejas negras también laboran,
también giran en ochos,
también invierten el infinito.
Hoy incompetente frente a este tarro dulce, tarro de lenguaje.
Las abejas negras no son de la noche ni de la muerte,
mieles para bocas jóvenes…
Abejas sombrías ¿qué necesitan vaciar?
Si por mí oraras,
si me quitaras tanta piel muerta,
tantos lunares inapropiados,
si en mi lugar hablaras.
Una abeja negra estaba cansada de comer tanto,
otra abeja negra llamaba a sus amigos sin verlos a los ojos,
hiel de la tercera abeja retraída, odiando a cada uno de sus familiares,
la abeja cuatro nunca comprendió el hastío de sus antepasados.
Este amargor negro ¿de dónde viene?
Cuarenta y siete abejas recorren mi cuerpo,
abejas que no conocen el humo,
abejas que no han jugado demasiado.
Ya no les pido que limpien mi casa,
les pido que limpien mi cuerpo.
si no conocen la saciedad,
por lo menos sí el placer de trabajar:
oficio de vibraciones hereditarias.
La abeja negra ancestral,
la que suicidó a la tía embarazada,
la abeja negra alcohólica,
zumbido en una antigua casa de muñecas.
¿Qué tan seguros estamos en este lugar?
La vecina todavía no se corta el dedo,
miel sobre su mameluco pegajoso,
miel que llevas de almuerzo en un tarro,
miel para niñas chiqueadas,
miel para sus boquitas que no se prostituirán,
miel lésbica para tres amigas,
miel… a quién carajos le importas…aguijón.
Si en la infancia cinco abejas te picaron,
habrá cinco formas menos de hacer miel.
Herencias residuales:
Abejas bajo la carrocería de ciertas ambulancias,
abejas de tíos que no concluyeron la tarea,
abejas negras que no son zanates,
no recorren laureles ni conflictos de los treinta años,
abejas del 2020, año lúcido,
¿qué paz podría traer un bruñido panal!
Me alegra que nunca hayas sentido la miseria,
este sabor amargo, dulce como la miel del cirián.
En la profunda alcoba se te honra.
Sobre cualquier mesa en donde habites,
en el hábito de pelar una naranja,
en el montón de cáscaras secas
que recuerdan y no encubren la muerte.
En la mesa donde se prueba el jengibre
y los limones secos aún prometen jugo.
Se te honra ahí y también
entre los granos dispersos de la sal
en otra mesa.
Ahí y entre los invitados que reúne la Madre.
Alcoba de cien nombres que no se pronuncian,
enunciados que no aplacan el intelecto.
La alcoba en donde todos los cuerpos se aman
y ninguno es ignorado.
La alcoba sin orden, la alcoba sin órdenes, la soberana alcoba.
Libre si se desea llamar recámara, cuarto o estación.
La alcoba que no tiene por qué ser señalada.
La propia alcoba.
Un músico para siete alcobas o trece alcobas para un músico.
Cientos de velos para el gozo, el vigilante y sin control.
¿Cuántos ojos decías que había en esta habitación?
Te prendes de estos ojos mortales
y luego queda ciego nuestro corazón.
(Nata y balbuceo).
¿Con quién desea casarse la Novia?
El corazón cuando se ensucia.
Ninguna habitación indispuesta.
Sólo cierran el cuarto de los enfermos.
Nadie enferma de amor.
Alcoba donde entran gallos de plumaje azul,
alcoba de entrañas rojas, alcoba sin corazón de res
para una danza desenfrenada.
El temor no invitado, el temor ajeno.
La alcoba reconstruida,
levantada desde los escombros,
la siempre protegida.
La alcoba de los 107 libros y uno que elige el Amado.
Siempre hay que darse el tiempo,
el gozo nunca espera, el gozo celoso de sí mismo.
Ansioso por experimentarse.
El gozo de las prostitutas,
foso de las astutas
pozo trozo
¡Plato de golosinas!
Pasas de corinto y pepitas de oro.
Caben algunas preguntas en el huerto:
frutas acentuadas.
¿Distingues el sabor? ¿Suena?
(Algunos se alegraron cuando él alcanzó esa tonada,
su virtuosismo fue reconocido.
Él sonrío porque no sabía
que parte de lo desconocido despertaba.
En el minuto diez y siete
el músico engendró un hijo,
parecía un canto a la divinidad.)
Retumba su poderío. No hay lodo en donde se lea esta huella.
Alcoba prendida inclinada limpia.
La inexacta alcoba
para ser recordada experimentada.
Lo que quise decir:
Mi vecino había cortado unas naranjas
pero yo no lo vi cortándolas.
Sentado ahí, con sus brillantes ojos
se preguntaba, igual que yo,
acerca de su sexualidad y dios.
Las cáscaras secas, apiladas,
no explicaban el jugo que él ya había tomado.
Y yo nunca lo vi tomando ese jugo dulce de naranja.